martes, 20 de octubre de 2015

Piedras preciosas Nombres y significado.

Piedras preciosas y piedras semipreciosas
Nombres y significado

También podríamos nombrarlas como gemas preciosas y semipreciosas; las dos terminologías son válidas.

Como ya sabemos, el ser humano, desde su aparición, siempre ha sentido devoción y dotado de un cierto misticismo a las piedras preciosas o extrañas o piedras muy difíciles de encontrar en la naturaleza, confiriéndoles diferentes usos: para la ornamentación, como símbolo de poder y exclusividad, asociadas al culto de determinadas deidades e incluso utilizándolas para sanar o para todo lo contrario.

Las piedras preciosas y las piedras semipreciosas son, casi en su mayoría, minerales; algunas de ellas, sin embargo, son orgánicas (como el ámbar, resina vegetal fosilizada).

Piedras preciosas

Para poder distinguir entre piedras preciosas y piedras semipreciosas se utilizan tres factores:

La escala de dureza de las mismas (lo que garantiza su durabilidad), que, además, tradicionalmente coincide con las piedras o gemas preciosas por excelencia (la piedra preciosa más dura que existe es el diamante, como ya hemos vistos en los artículos anteriores).

La rareza, escasez o dificultad para encontrarlas en la naturaleza.
Su belleza y perfección. Cuando hablamos de la belleza y perfección de una piedra, ya sea preciosa o semipreciosa, nos referimos a su color, brillo, transparencia y pureza. Una piedra preciosa pura, sin imperfecciones y con un color radiante, puede tener un valor incluso superior al de un diamante de similares características.

Las tres únicas piedras o gemas consideradas preciosas –además del diamante- por los factores anteriores son el rubí, la esmeralda y el zafiro azul.


Décadas atrás, también se consideraba la amatista como una piedra preciosa, pero después del descubrimiento de los enormes yacimientos en Brasil pasó a formar parte del grupo de las piedras semipreciosas, al no ser tan escasa y rara.




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